Durante el día todo parece estar “más o menos bien”. Vas cumpliendo con tus obligaciones, sigues adelante, incluso logras distraerte. Pero llega la noche… y todo cambia. De repente, aparecen pensamientos que no habías notado, sensaciones físicas incómodas, una presión en el pecho o una preocupación que no sabes de dónde viene. ¿Te suena?
No estás solo. Muchas personas experimentan un aumento de ansiedad durante la noche. Y no es casualidad. La ansiedad nocturna tiene varias causas que tienen más que ver con nuestro ritmo de vida que con algo que esté “mal” en ti.
- Menos distracciones, más pensamientos
Durante el día tu mente está ocupada: trabajo, estudios, tareas, redes sociales, conversaciones, actividades. Pero cuando llega la noche, el entorno se calma y también se reducen las distracciones. Es entonces cuando tu mente empieza a procesar todo lo que ha quedado pendiente: preocupaciones, decisiones no tomadas, cosas que no dijiste, miedos que escondiste.
El silencio externo deja espacio al ruido interno.
- Cansancio físico y mental
Cuando estás cansado, tu tolerancia al estrés baja. Has sostenido el día como has podido y por la noche tu cuerpo y tu mente están agotados. Ese cansancio hace que todo se sienta más grande, más amenazante o más difícil de gestionar. Tu sistema nervioso está más sensible y es más probable que aparezcan pensamientos catastróficos o sensaciones de alerta.
- Anticipación del día siguiente
Muchas veces, la ansiedad nocturna no es solo por lo que ha pasado hoy, sino por lo que puede pasar mañana.
Pensamientos como:
- “¿Y si no puedo con todo lo que tengo que hacer?”
- “¿Y si mañana me siento igual o peor?”
- “¿Y si no duermo bien y rindo fatal?”
Este tipo de anticipación activa el sistema de alerta del cuerpo, justo cuando necesitarías relajarte.
- Desequilibrios hormonales y del sistema nervioso
En condiciones normales, los niveles de cortisol (la hormona del estrés) deberían bajar por la noche para que el cuerpo pueda descansar. Pero si has estado en modo alerta todo el día, tu cuerpo sigue segregando cortisol, y eso dificulta que puedas relajarte y dormir bien.
Además, si el sistema nervioso simpático (el que se activa con el estrés) está demasiado activo, cuesta que el sistema parasimpático (el que calma y regula) tome el control por la noche.
La ansiedad nocturna no significa que estés haciendo algo mal. Es, muchas veces, una señal de que tu cuerpo y tu mente están sobrecargados. Escucharte, darte espacios para procesar lo que sientes y cuidarte con más amabilidad puede marcar una gran diferencia.
Recuerda 🧠 «no necesitas tener todo resuelto para poder descansar».